A pesar de todo lo sucedido ayer, había dormido bien. Me levanté muy temprano eso sí; y quise pensar en cómo iba a lidiar hoy con toda mi locura, pero lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de esos dos chicos. No sé si me estaba obsesionando con ellos, o me estaba volviendo un poco paranoica. No sé por qué ya empezaba a molestarme tanto todo el asunto, pero la verdad es que por alguna extraña razón no podía sacarlos de mi mente. ¡Dios! Era tan molesto todo esto, digo, apenas los había visto ayer por primera vez y ni siquiera los conocía; lo cierto es que no quería caer en el mismo juego de Brit. No quise darle muchas vueltas al asunto; simplemente lo dejaría al viento.
Después de llegar de clases ayer, me quedé esperando la llamada de Brittany, pero esta nunca llegó y yo no quise parecer desesperada por obtener información. En vez de eso me había puesto a limpiar un poco la casa para despejar un poco la mente. Era una casita pequeña y modesta, solo dos habitaciones y dos baños en la planta alta, y en el piso inferior, una pequeña salita con esos muebles viejos y desvencijados, una cocina microscópica y un bañito para visitas. Vivía sola con mi abuelo Martin; así lo había decidido al venirme aquí a Richmond, después de que mis padres se divorciaran. Me había sentido muy perturbada con todo ese proceso de separación, ya que fueron largos y duros años para mí; de oír a mis padres pelear cada cinco minutos por cualquier tontería, gritarse como si estuvieran en un campo de batalla y yo en medio de todo el desastre. Agradecí mucho en ese momento por ser hija única, ya que de haber tenido hermanos los habría traído aquí a Virginia conmigo, a mi lado.
Mi madre Katherine, como solía llamarla, había insistido en que me quedara a vivir junto a ella en Los Ángeles; pero vivir con mi madre era realmente imposible. A pesar de que L.A. era el lugar más perfecto donde había vivido jamás, nunca consideré en quedarme allá con mamá. Katherine era una mujer de mediana edad, muy parecida a mí por cierto; de contextura delgada, igual que yo, con el mismo tono de cabello e inclusive éramos del mismo tamaño, solo que mi madre era muy pecosa y su rostro estaba lleno de marcas de la edad. Al verla directamente a los ojos, podías darte cuenta de que no era tan joven como ella quería aparentar. Siempre tenía una expresión amarga y sombría en su rostro y raras veces le dedicaba una sonrisa a alguien. Realmente nunca supe qué había llevado a Katherine a ser tan dura consigo misma y con su entorno, pero jamás me detuve a considerarlo. No me importaba saber la clase de problemas que había tenido a lo largo de su vida, porque a pesar de ser mi madre, la persona que me había traído al mundo, yo le guardaba un profundo resentimiento, a los dos; también a mi padre.
Sin embargo Martin era muy diferente a su hija. Era muy dócil y calmado, lo que hacía que fuera bastante placentero vivir con él. Ya estaba viejo supongo y cansado de todos los años que estuvo dedicado al trabajo y al ajetreo que este conlleva. Ahora Martin estaba jubilado a sus sesenta y tantos años y solo resultaba ser un poco maniaco, supongo que producto de la vejez.
Ya me había duchado esta mañana al levantarme, así que tomé mi uniforme escolar y me vestí rápidamente. Me acerqué al espejo de cuerpo entero que estaba en la esquina de la habitación para echarle un vistazo a mi imagen de hoy. Me veía espantosa. Tenía el cabello hecho una maraña, así que busqué el cepillo y comencé a cepillarlo compulsivamente mientras recorría con la vista mi reflejo. Pensé en que nunca antes había usado un uniforme escolar en mi vida antes de venir a aquí (siempre había estudiado en colegios públicos), y creo que aún no me acostumbraba a usarlo. Pero ahora que estaba en el instituto privado Sullins College, me veía obligada a ponerme este odioso uniforme. Lo odiaba, de verdad. Aunque solo consistía en una simple falda plisada gris, un blazer azul marino, y una camisa blanca con corbata azul a rayas en algún otro tono de azul más claro; la falda y los colores no favorecían en nada a mi piel, me hacían parecer paliducha. Como si padeciera anemia; y la verdad es que yo me sentía bastante saludable.
Bajé las escaleras volando para tomar el desayuno, ya que me había espabilado, y me topé con Martin al final de la escalera. Traía un disco de acetato entre sus manos y lo limpiaba con afán. Cuando se percató de mi presencia solo me dedicó una tímida sonrisa; creo que a veces se avergonzaba de que lo sorprendiera siendo un poco maniático.
-¡Buenos días Martin!- saludé. Lo llamaba por su nombre, igual que lo hacía con todos los miembros de mi familia -¿Ya tomaste algo de desayuno?
-Solo tomé un poco de café Georgi-hice una mueca-, no me apetece comer nada aún. Solo estoy limpiando estos viejos discos, ya sabes cariño, cosas mías-dijo en tono dulce. Solo Martin me llamaba Georgi; nunca me había gustado, aunque a eso si empezaba a acostumbrarme. Hubiese preferido que me llamara como lo hacían mis padres y el resto de mis amigos, Gina; pero Georgi, definitivamente era algo con lo que podía lidiar.
-Vale-dije, y entré a la cocina. No tardé mucho en prepararme unos huevos revueltos con tocino que acompañé con un bagel; lo devoré con gusto. Había amanecido hambrienta. Tomé unos sorbitos de zumo de naranja, y con un gesto de mano me despedí de mi querido abuelo. Ninguno de los dos éramos de hablar mucho el uno con el otro; pero así convivíamos bien. Cogí mi mochila y eché a andar hacia la parada de buses, en dirección al instituto.
En el recorrido desde mi casa al instituto Sullins College, que por cierto tardaba unos veinte minutos debido al tráfico y todo el asunto, no pude evitar caer de nuevo en esos absurdos pensamientos. ¡Vaya, válgame Dios! Que capacidad que tenía yo para pensar tonterías, pero no podía evitarlo. Me sentí frustrada y tonta. Yo no solía ser tan estúpida, y menos cuando se trataba de chicos. Yo tenía tacto, sí; a pesar de no haber tenido nada serio con algún chico de acá, nunca he sido tímida para tratar con el sexo masculino. Pero como dije antes, no podía evitar mis pensamientos y la emoción que sentía al caer en cuenta de que probablemente hoy los vería de nuevo.
Llegué al instituto por fin, y hoy si no había llegado temprano, más bien llegaba justo a tiempo para entrar a clases. Apresuré el paso tanto como pude hasta llegar al salón y cuando abrí la puerta, casi me desmayo de la impresión.
-Siento llegar tarde-le dije a la señora Chambers con un hilito de voz.
-No te apures Georgina, llegas justo a tiempo-. Dijo ella en tono muy serio. Aunque noté que estaba de buen humor, no le presté atención. No entendía lo que estaba sucediendo; pero en aquel momento no lograba quitarle la mirada de encima al chico de cabellos color azabache. Él no me miraba, en absoluto; y sin embargo ahí estaba yo sin despegar mis ojos de su silueta, asombrada. Me sorprendí al descubrirme a mí misma mirándolo con descaro; ya no sentía vergüenza al hacerlo. Miré a Brittany como exigiéndole una explicación con la mirada, pero ella solo me devolvió una aún más confusa. ¿Qué rayos hacía Alexandr Ivanov sentado con Brittany? ¡Y en mi puesto! Ja. Ahora sí que estaba confundida. Busqué hacia el fondo del salón y ahí estaba el otro, ocupando una mesa con un único asiento disponible que suponía era para mí.
La Sra. Chambers se dirigió a mí nuevamente. –Georgina, le pedí gentilmente a la señorita Sanders que fuera compañera de laboratorio del Sr. Ivanov, y ella ha estado encantada de hacerlo-. “Traidora” pensé. -A ti no tengo que pedírtelo ya que te toca hacer pareja con Nikolái. Lo que si voy a pedirte, al igual que a Brittany, es que seas lo mas cooperativa posible con el Sr. Kozlov. Ustedes dos chicas, son un ejemplo para este instituto; y como ejemplo, las delego a que hagan de guías para sus nuevos compañeros. Quiero que les muestren las instalaciones del instituto, les hablen sobre las alternativas que tienen para tomar sus actividades extra académicas y lo relativo a las costumbres para las festividades. ¿Le parece bien, Srta. Regis?-. Sentí nauseas. ¿Qué podía decirle a la Sra. C? ¿Acaso tenía otra alternativa? No podía negarme, obviamente. Solo asentí. Me hizo una seña con la mano para que fuera a sentarme en mi nuevo puesto con mi nuevo compañero. “Y yo creyendo que mi día hoy iba a ser mejor” pensé. ¡Vaya!, ya nada podía ser peor que esto.
Caminé por el interminable pasillo arrastrando los pasos, como quien va a la horca a encontrarse con su muerte. La verdad es que si me hubiese tocado ser compañera del otro me habría sentido igual que ahora, pero siempre con Nikolái sería distinto. Él me inspiraba cierto temor. Algo dentro de mí me decía que tendría que irme con cuidado con este chico.
Llegué a su lado y me esperaba con una sonrisa de bienvenida, burlona, como lo había hecho ayer. Descorrió la silla elegantemente, invitándome a tomar asiento, y no me quitó los ojos de encima en ningún momento. Me sentí invadida, intimidada. La sonrisa seguía allí, como tallada en un liso y perfecto mármol. Me senté. Puse mi bolso sobre la mesa, tratando de actuar lo más natural posible, y saqué mi ejemplar de Biología intentando pasar su presencia por alto. La Sra. Chambers comenzó la clase en algún momento, pero yo seguía sin prestarle la más mínima atención a la vieja; todo lo que realmente me preocupaba estaba sentado a mi lado, inclinándose ligeramente hacia mí.
– ¿Me evitas, Georgina?-dijo con esa voz profunda, coqueta, divertida. Creo que él lo sabía y gozaba con mi sufrimiento. Voltee a verlo y le dediqué una sonrisa. Había decidido que si él iba a intentar jugar conmigo, yo iba a hacer lo mismo con él. Iba a pretender que en realidad no me importaba que su actitud me asustara un poco, aunque si me fijaba bien, todos los vellos de mis brazos y la nuca estaban totalmente erizados. ¿Se habría dado cuenta él de eso; y por ese motivo había hecho aquella pregunta?
–Para nada- dije fingiendo despreocupación. Arqueó ambas cejas con la misma expresión divertida, y su sonrisa se hizo aún más amplia. Yo le causaba alguna clase de gracia a este chico. –Me gustan las chicas con tu determinación y tu temple ¿Sabes?, me resultan fascinantes, encantadoras…-Esta última palabra la pronunció estando a tan solo unos centímetros de mí rostro, y sentí su gélido aliento rozar mi pómulo izquierdo. “Ayyyyy”, yo gritaba en mi interior. Por qué me pasaba esto a miiiiii. Estaba muy tensa, y sabia que probablemente esto sería la sentencia que me condenaría de por vida. Algo en esta escena me hacía sentir como si los papeles estuvieran invertidos. Yo era la chica nueva y el estaba acosándome; ¡Que absurdo!
Su carcajada interrumpió mi lucha interna, se burlaba de mí, lo sabía. De alguna manera creía que él conocía mis pensamientos, o por lo menos lo intuía. ¿Tan obvia era? No quise verlo a la cara pero alguien al otro lado del salón carraspeó fuertemente. Levanté tímidamente la vista hacia el frente, con miedo a lo que pudiera observar; no hacia Nikolái, sino hacia Alexandr.
Me estaba mirando, y obviamente había sido él quien se había aclarado la garganta. Por segunda vez, desde ayer, él me miraba. Con esos ojos azul verdoso tan iguales a los míos… Me sentía atraída por Alexandr Ivanov. Al fin lo había admitido. Lo había visto solo dos veces en mi vida, pero no lo podía evitar; aquel chico realmente me gustaba, me intrigaba, y aún no lo conocía que era lo peor del asunto. No era solo su físico, de eso si estaba segura. A pesar de que él tampoco me conocía, y que no habíamos tenido trato alguno; desde la primera vez que lo vi ayer, algo en mi interior me empujaba a él con unas ganas enormes de aliviar su dolor, su angustia. No sabía a ciencia cierta qué clase de fuerza me hacia querer correr hasta él y protegerlo del mundo, de cualquier cosa que fuera lo que lo tenía sumido en esa profunda tristeza que solo me mostraban sus ojos. Esta vez no se veía triste o angustiado como había estado ayer. Alexandr estaba claramente molesto y no entendía por qué me veía de esa manera. ¿Estaba molesto conmigo? ¡Pero si yo no había hecho nada! Le devolví la mirada inquisitivamente. Si estaba molesto conmigo, como mínimo me merecía una explicación. Algo hizo que perdiera contacto visual con Alexandr; en ese momento, Nikolái dejó caer pesadamente su libro sobre la mesa y me sobresalté. Esta era la gota que había derramado el vaso. Mis nervios estaban a flor de piel y yo no podía seguir en aquel lugar. Estos hombres iban a acabar con mi sano juicio.
Me puse de pie. Recogí el libro que estaba aún cerrado y lo metí en mi bolso. Me dirigí hasta el escritorio de la Sra. C y le dije que no me sentía bien, que seguramente me había indigestado y necesitaba ir a la enfermería. No le agradó para nada la idea de que abandonara la práctica y a mi compañero de laboratorio, pero no protestó. Caminé hacia la puerta y oí a Brittany llamarme-Gina-pero no respondí, ni siquiera voltee. Cerré la puerta tras de mí; necesitaba tomar aire, pensar, distraerme. Por qué me hacían esto. Estaban siendo demasiado crueles conmigo. Ahora que estaba sola y lo pensaba sin presiones, no me importaba en absoluto lo que hiciera Nikolái; no me importaba jugar pesado si el también iba a hacerlo, pero… ¿Qué pasaba con Alexandr? Tenía ganas de preguntarle qué había ocurrido hace un momento, por qué me había visto de esa manera. Que había hecho yo que había molestado a ese chico. No lo sabía y eso me frustraba sobremanera. Ahora yo también estaba molesta.
No tuve más remedio que irme a la enfermería; a pesar de físicamente sentirme bien, no podía quedarme vagando por los alrededores, me suspenderían si me cachaban saltándome de clases. Tuve que fingir sentirme enferma del estómago y la buena samaritana de la enfermera, la Sra. Jenkins, se apiadó de mí, dejándome estar allí hasta que supuestamente me sintiera mejor. La Sra. Jenkins era una señora bastante mayor; con un aspecto de abuelita que me recordaba a mi propia abuela cuando estaba viva. Desafortunadamente mi abuela había fallecido hace unos cinco años de un ataque cardiaco y Martin había tenido que lidiar con eso él solo hasta que mamá, papá y yo habíamos venido desde L.A. en un vuelo que duró aproximadamente unas siete horas. Martin estaba realmente triste cuando lo vi en aquel momento, y yo lo entendía. La abuela había sido una persona tan dulce y bondadosa en vida, que al irse de este mundo todos sentimos mucho esa terrible pérdida. Sobre todo Martin; había quedado devastado. Sé que él se sintió muy feliz cuando lo llamé un día para comunicarle que me venía a vivir con él y comprendí que no debía ser fácil para un anciano vivir completamente solo. Al principio esa fue la excusa que les di a mis padres cuando decidí venirme, porque no soportaba vivir con ellos. Pero no me arrepiento de mi decisión porque yo adoro a Martin; quizá no soy muy expresiva con él, pero lo quiero, y me gusta mucho vivir con él.
La Sra. Jenkins me soltó para la hora del almuerzo; me recomendó que comiera algo ligero para que no tuviera que volver allá. Descubrí que solo me había saltado las clases de Historia y de Algebra -“casi nada” pensé-. Me entró remordimiento de pensar que había faltado a clases por una soberana estupidez, pero ya estaba hecho.
Me fui al comedor a ver si veía a mis amigos, y efectivamente ahí estaban. Brittany, Priscilla, Ashley y Amber se encontraban sentadas en la misma mesa donde siempre nos sentábamos, la grande del centro. Junto a ellas estaban Mathew, por supuesto, que a pesar de no andar con Brit, aún se sentaba con nosotros a la hora del almuerzo; Chase, Jason y Henry. Todos jugadores del equipo de Soccer y del grupillo de los populares rompecorazones. A excepción de Chase, que era pareja de Amber. Brittany me agitó una mano entusiasmada cuando me vio pisar el comedor. Le dediqué una sonrisa forzada, pero antes de acercarme, peiné con los ojos todo el lugar. No había rastro de los otros.
Me acerqué a la mesa donde se hallaban los chicos ya sentados; las personas con las que siempre me reunía. Brittany estaba sonriente y todos los demás me saludaron fugazmente, dado que estaban muy ocupados, imagino que desde hace buen rato, discutiendo sobre sus planes de práctica tanto de soccer como de porrismo. Brit le dio unas palmaditas a una silla vacía que había a su lado. Me senté y dejé caer la mochila en el piso. –Oye, ¿Te encuentras bien?- dijo en tono preocupado. –Sí-respondí sin ánimos-creo que los huevos con tocino que comí esta mañana no me cayeron muy bien- ambas reímos.
-Disculpa lo de esta mañana Gina, pero no podía decirle que no a la vieja Chambers. ¿Qué excusa pudiera haberle dado?-Me hablaba como si estuviera arrepentida por haber hecho algo malo. Ella continúo hablando. -Si te sirve de consuelo, me gustabas mas como compañera de laboratorio; ese chico es un pesado. Te digo que estuve toda la hora tratando de hacerle charla, y ¡Dios!, que difícil que me ha resultado. Traté de ser amable, lo juro. Y ya sé que está guapísimo y todo pero es como hablar con una pared de hielo; me ignoró completamente-. Matthew estaba repentinamente interesado en nuestra conversación. Miraba intrigado a Brittany, como si le importara saber de verdad la opinión de mi amiga respecto a este chico. Brit continuó contándome. –Dígame cuando muy amablemente le ofrecí sentarse con nosotros en el almuerzo a él y a su primo, para que se integraran con el grupo. Él ni siquiera me oyó; estaba muy distraído mirando hacia atrás donde estaban sentados tu y Nikolái. Pero no te digo que es raro ese chico-. Iba a matar a Brittany.
–Me estás diciendo que tú los invitaste a sentarse con nosotros en el almuerzo, ¿Qué quiere decir eso, que pueden venir en cualquier momento; justo ahora?-estaba histérica.
–Lo dudo-contestó ella-me dijo que iba a reunirse con su hermana durante esa hora porque tenían cosas que hacer-.
-Brittany, ¿No entiendes que esa invitación continúa abierta, que ellos pueden venir y sentarse con nosotros cualquier otro día?-ahora sí que estaba en serios problemas. De pronto Matthew, que estaba de chismoso oyendo lo que no era de su incumbencia, interrumpió nuestra conversación. – ¿Tienes algún problema con eso? Porque yo no veo ninguno. Más bien, estoy algo ansioso por conocerlos-dijo de manera irónica.
Claro, ¡ellos no lo entendían! –No, olvídenlo-les dije dándome por vencida. Era obvio que ellos también sintieran curiosidad. Entonces me acordé de algo. –Hey Brit, dijiste que Alexandr dijo algo sobre reunirse con su hermana ¿No?-Brittany asintió. -¿Ella está aquí? Me refiero, ¿Ya la has visto?- Pregunté de forma curiosa. Jason, que creí que estaba ocupado con otros asuntos fue quien me respondió-No, aún no la hemos visto, pero ya nos morimos por ver a ese bomboncito-dijo estallando en carcajadas y Matt lo acompañó. Todos en el comedor voltearon a verlos, a pesar de que ya hacía bastante ruido en ese lugar. Cambiamos el tema rápidamente, pues las chicas habían puesto caras largas con el comentario de Jason, incluso Brit, ya que Inessa era el motivo de sus angustias. Lo que si me comentó por lo bajo fue que ayer no pudo llamarme porque había tenido un compromiso familiar, pero que igual no había averiguado nada que ya no supiera; y que las hormonas en el instituto estabas bastante alborotadas debido a la presencia de los tres rusos.
Yo me preguntaba que estarían haciendo Alexandr e Inessa en aquel momento, qué serían esas cosas que tenían que hacer juntos. ¿Y Nikolái?
Terminamos el almuerzo, durante el cual solo me comí un sándwich, y me fui a mi clase de español junto a Amber que veía la asignatura conmigo. Hablamos muy poco, pero básicamente fue de lo mismo. Me comentó que a pesar de estar muy enamorada de Chase, a ella también le habían movido el piso los chicos nuevos. ¿Es que no había más tema de conversación? Solo me aferraba a la idea de que con el paso de los días, o semanas, todo este alboroto iba a pasar. Tenía que pasar; o me iba a volver loca.
Después de la clase de español me tocaba ir a Educación física, así que me fui a los vestidores a cambiarme la falda y el blazer por unos shorts, que tampoco me gustaban por razones que están demás nombrar, y una sudadera. Escuché a varias chicas hablando del tema de moda en el Sullins College, pero ya estaba enferma de escuchar la misma historia una y otra vez y oír los mismos comentarios. Emprendí mi camino hacia el gimnasio, y llegaba justo a tiempo. Ya estaban calentando para el Volley, lanzándose el balón de un lado a otro.
El entrenador Hitch me dijo que comenzara con mi calentamiento muscular pero vaguee un poco antes de hacerlo realmente, luego si decidí ponerme seria y hacer el calentamiento; en eso estaba cuando una voz femenina me sorprendió por la espalda. -¿Llego tarde?-preguntó con un tono de voz como si intentara seducir a alguien. Di media vuelta para encontrarme de frente con lo que era, probablemente, la chica más hermosa que hubiese visto en toda mi fugaz vida. Ahora si creía que la vida de Brit iba a ser miserable.
–No realmente- le dije en repuesta.
-Hola, soy Inessa, Inessa Ivanova-dijo de manera muy protocolar .“¿Ivanova? ¿Es que acaso su apellido no era Ivanov, como el de su hermano?” Pensé un poco confundida. Se reía. Era muy graciosa, pero no graciosa de chistosa, no. Toda ella estaba llena de gracia. La verdad es que yo no sabía mucho de modelos o de farándula, pero ella debía ser muy famosa en su trabajo porque realmente brillaba como una estrella con luz propia. Era encantadora. –Debes estarte preguntando de que va mi apellido-dijo encantadoramente, como un cebo que busca seducir a una presa-En Rusia las reglas de los nombres son distintas a como son por acá-explicó-. El apellido adquirido de mi padre es Ivanov, pero a las mujeres se les adopta la terminación del apellido con la letra A para definir que se trata de una dama-. Estaba en shock con esta mujer; hasta yo me sentía miserable ante imponente belleza. Es que no solo era bella, se veía una mujer muy sofisticada, elegante y además era súper sociable, a diferencia de su hermano. ¿O el mundo del modelaje hacía maravillas con las mujeres; o está particularmente era de otro planeta? Me tendió una mano. —Todavía no me has dicho cómo te llamas linda-dijo finalmente. “cierto” pensé. Qué vergüenza..! ella tratando de ser amable conmigo y yo siendo tan maleducada. Pero había quedado igual de perpleja que cuando vi a Alexandr y a Nikolái por primera vez, o quizá más, porque ella hablaba conmigo, no como Nikolái que me acosaba y no definitivamente como su hermano que no se había dirigido a mí ni una sola vez.
–Ah, disculpa mi torpeza; mi nombre es Georgina Regis-“y me gusta tu hermano” pensé mientras estrechaba su mano. Ella ensanchó una sonrisa. -Lo sé- dijo finalmente. ¿Qué sabia ella realmente, que me gustaba Alexandr o como me llamaba yo?
Fruncí el ceño a su tacto. Era frio, muy frio la verdad; sobre todo para estar donde nos encontrábamos en aquel momento. Estábamos en un Gimnasio, donde se practicaban deportes y la gente generalmente suda y tiene calor, y todas esas cosas; pero ella tenía las manos como si estuviera empuñando una bola de nieve entre ellas. Aunque realmente no le di importancia, ¡de verdad, no me importaba!, ella retiró su mano de la mía delicadamente y ahora me sonreía de manera triste. ¿Por qué había cambiado su semblante?
-Me gustaría que llegáramos a ser amigas Georgina, se ve que eres una buena chica. Vas a la misma clase que Alex y Niko, ¿no?-. No tuve oportunidad de responder; en ese momento el entrenador Hitch soplaba fuertemente su silbato para indicarnos a todos que el partido estaba por comenzar. ¿Amigas; Inessa Ivanova y yo, siendo amigas? Por qué no, esta chica comenzaba a caerme muy bien. Le dediqué una última sonrisa y ambas nos fuimos a reunir con el resto del equipo de Volley.
02 junio 2009
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nnnnnnnnnnnnnoooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!
ResponderEliminarjoha tu me quieres matar del disgusto no?
como eres tan cruel de verdad, ahora tendre q esperar hasta despues de tu examen para saber mas ¡¡¡Q MAL; JO!!
de verdad peque q eres una increible escritora, me encanta tu historia y bueno q se le va a hace me resignare a esperar, jo.
kiero mas kiero mas .....
besitos.
PD: una pregunta es q me quede con la duda ¿q es un bagel?
PD: sera q estos personajillos leen la mente? y pq inessa querra ser amiga de gina? es super raro no? bueno esperare con impaciencia la continuacion.
besitos.
estrella negra
Jajaja, Estrellita, te cuento q un bagel es un pan redondo con un agujero en el centro y tiene aspecto como de donout, pero es salado y generalmente se come en el desayuno diario de los norteamericanos.. Con respecto a lo 2do, te cuento que no estas intuyendo mal el rumbo de la historia; digamos q hay intereses de por medio. Ya creo q se van a morir a medida q esto siga avanzando. Pero no puedo darles spoilers.. Así q nos toca esperar xq recien estamos comenzando x lo mas flojito del asunto.. Besos amiga Estrella, lástima q estemos tan lejos, sino nos reunieramos a tomarnos algo y a conversar un rato... Besos wapa^^
ResponderEliminarJoha!!!
ResponderEliminarMe encanto Tu Historia de verdad no habia tenido tiempo de ver tu Blog y ahora que si tengo Tiempo lo empeze a Leer y te dire que me gusto mucho me agarro!!! Asi que por favor intentaa subir dos capitulos o uno que sea laaaaargo o varias veces por semana por favor!
Espero con Ansias el proximo capitulo :D
Saludos
Fari