Creo que hoy iba a ser el día más caliente de todo el año. No sé por qué; pero mi día aún no comenzaba y ya tenía ésta extraña sensación recorriendo todo mi cuerpo.
A pesar de estar a comienzos del mes de septiembre, el sol era realmente inclemente el día de hoy. Tomé mi mochila y me dispuse a entrar al instituto. Ya había pasado buen rato afuera en el patio exterior, tomando sol como lo hacen las lagartijas; dejando que esta luminosidad y el resplandor bañaran mi rostro, mi cuello, mi precioso y ondulado cabello rojizo, mis brazos y piernas… Detuve ahí mis pensamientos. Arrrg, “mis piernas”. Odiaba pensar en ellas. De alguna manera estaba avergonzada de mis lechosas piernas que, para mi gusto, seguían siendo demasiado pálidas.
Yo había vivido durante cuatro años en la bellísima, soleada y súper poblada ciudad de Los Ángeles, donde se supone que las chicas tienen esos perfectos tonos bronceados en su piel; aunque yo no tuve la misma suerte de conseguir alguno. Siempre he sido blanca, tan blanca como la cal, y cuando he tratado de broncear mi piel, solo he conseguido que se ponga roja como tomate, pero al paso de los días vuelve a ser color porcelana. No sé si todo se deba a que soy pelirroja de nacimiento, pero ha sido algo que he detestado desde que tengo uso de razón, y aún a mis dieciséis años todavía lo hago. No me refiero a lo de ser pelirroja, no, de verdad esa parte no me molesta en absoluto, hablo de perecerme a Gasparín. Es esta la razón por la que nunca me ha gustado demasiado lucir mis piernas; salvo por esta bendita falda del uniforme escolar, la detesto también.
Me moví grácilmente a través de la hierba. No era la chica más popular del instituto ni la más hermosa, pero si era bonita; me refiero, mi condición genética de pelirroja natural me destacaba un poco de las demás chicas por los rasgos diferentes. No quiero ser narcisa, pero es lo que todos dicen de mí. Sin embargo, la chica más hermosa de todo el instituto, además de ser súper llamativa y popular, era también capitana del equipo de porristas. Esa chica era mí mejor amiga; su nombre, Brittany Sanders.
Atravesé todo el patio exterior, donde todavía quedaban algunos cuantos chicos bromeando, hasta llegar a la entrada y allí, al pie de las escalinatas, estaba ella demasiado obstinada. Si, así era ella, y yo la conocía mejor que nadie.
Entramos al recinto y avanzamos lentamente por el pasillo, Brittany parecía un poco inquieta, como si algo le molestara. -Hasta que al fin apareces...-dijo en tono algo sarcástico interrumpiendo mis cavilaciones-pensé que te habías perdido o te habían secuestrado en el camino.
-Uhmm-fue lo único que conseguí decir. Sabía claramente que estaba molesta por algo pero no tenía intensiones de averiguar qué le ocurría. Su humor resultaba a veces ser bastante complejo. El pasillo se fue llenando poco a poco a medida que avanzábamos por él. Varios chicos de noveno curso pasaron a nuestro lado dando carreras, uno de ellos tropezó y cayó de bruces. No pude evitar reírme.
-Te tengo noticias...-dijo. Ahora mi amiga no resultaba sarcástica, sino más bien irónica y evidentemente su humor continuaba igual o peor que antes debido a mi reciente risa-. Hoy es el primer día de clases pero todo el mundo estaba ya enterado del acontecimiento desde hace unas semanas, a excepción de ti y de mi claro está. -No logré entender a qué se refería, pero ella continuó hablando.-No se qué les habrán visto a esos idiotas, porque yo aún no los he visto y la verdad es que no creo que alguien más en este instituto los haya visto aún; pero dudo que sean gran cosa, en serio, aunque nadie habla de otra cosa que no sean esos tres ya. Sobre todo hablan muchísimo de ella. Creo que los chicos ya se hacen ilusiones con nuestra querida modelito, hasta Matthew, ¿Puedes creerlo? ¿Mi Matthew?-.
Diosss, no lo creía; no creía lo que mis oídos escuchaban. Ahora sí que entendía lo que estaba ocurriendo con Brittany, el por qué estaba haciendo uno de sus berrinches por un rumor de pasillo. Y vamos, decir ¿mi Matthew? Eso me sacó de quicio. Matt y Brittany habían sido novios desde comienzos de noveno curso, y habían sido una pareja espléndida, un par de bellos; porque ambos eran rubios, esbeltos y por más decir, eran los chicos más populares del instituto Sullins College de Richmond. Al principio parecían estar hechos el uno para el otro. Eran como una clase de Brangelina, pero repentinamente ella decidió que las cosas ya no iban bien entre ellos y decidió terminar la relación amorosa que mantenía con él; por motivos como que Matthew ha estado demasiado ocupado con las prácticas de soccer y sus estudios, que ya no tiene tiempo suficiente para dedicarle a ella y a cumplir sus caprichos; porque si, ella era caprichosa también, pero así la he querido siempre… Brittany era mi mejor amiga. La primera amiga que hice aquí en Richmond hace dos años cuando me vine desde L.A. Pero admito que ella a veces, absolutamente se pasa.
Yo también había escuchado algún rumor sobre unos alumnos nuevos que vendrían quien sabe de dónde pero la verdad es que para mí, parecieron solo rumores. Porque aquí en esta ciudad la gente parece hablar de más, bueno no es cierto, realmente eso sucede en todos lados. Pero en lo que oí hablar de éste tema mientras aún estábamos en nuestras vacaciones de verano, realmente no le di importancia; sencillamente era algo que no me interesaba. Brittany continuó su discurso.-Me imagino que debe ser una flacucha engreída y odiosa que...
-Igual que tú, Jajaja-la interrumpí estallando en carcajadas.-Pero todavía no sé de qué me estás hablando Brit-. Me hice la desentendida, pero ella solo me fulminó con una mirada matadora.
-Mi querida Gina, te estoy hablando de nuestros nuevos compañeros de clase, que vienen de Rusia o Siberia, o qué demonios, me importa un cuerno de donde vengan, pero es lo que oí. El hecho es que han venido a acabar con mi existencia, sobre todo la chica, que ha venido a…
Puse los ojos en blanco. -¿Por qué te molesta tanto?-la interrumpí nuevamente, esta vez en tono serio- ¿De qué tienes tanto miedo, de que puedas ser desplazada? Porque obviamente lo que estas es celosa de una chica que ni siquiera conocemos. Me parece que estas siendo un poco inmadura al respecto Brit-. A ese punto de la conversación ya nos encontrábamos subiendo las escaleras que nos conducían a la segunda planta, donde se encontraba nuestro salón de Biología. La extraña sensación que había sentido desde hace rato, solo aumentaba; y a mi parecer, nada tenía que ver con la absurda discusión que mantenía con la chica que caminaba a mi lado.
-Eres una idiota igual a los demás-sentenció-. No los has visto y ya los estas defendiendo. -Se había enfadado aún más; no volvió a hablarme. Todavía faltaban unos minutos para entrar a clases pero aun así decidimos entrar al salón para quedarnos en los puestos de adelante. Pensé que éramos las primeras en entrar al aula, ya que el ambiente que había visto afuera me lo decía; todos esos chicos revoloteando en el patio, corriendo por los pasillos. Las chicas hablando animadamente de cualquier cantidad de temas, tal como solíamos hacer Brit y yo con las otras chicas en un día normal, solo que hoy Brittany parecía estar enfrascada en una pelea donde la única que realmente peleaba era ella.
Me había equivocado. Apenas lo percibí tuve ganas de retroceder mis pasos y huir de ese salón. Abrí la puerta y ya había alguien adentro. Eran dos, en realidad. El que estaba sentado encima del escritorio había estado mirando en la misma dirección que el otro, que estaba a escasos dos pasos frente a él. Volteó el rostro ligeramente para encontrarse de lleno con el mío y sentí la potencia de su mirada, como puñales atravesándome el pecho y lo más profundo de mi alma. En ese instante, un frío helado recorrió todo mi cuerpo, dejándome tal cual reina de las nieves. Este hombre, o chico debo decir, parecía un ángel caído desde el mismísimo cielo; hermoso, escultural y perturbador. No hallaba palabras en mi mente para describir semejante ser. Sí, él era precioso, rubio y precioso; no como Matt, que a su lado se vería como el más corriente de todos los chicos; pero esta especie de ángel, para ser tan físicamente perfecto, era también aterrador. Estaba sentado sobre el escritorio, pero se notaba que era un tipo alto. En sus ojos pude ver un deje de burla y su expresión parecía divertida, pero muy dentro de mí tenía la sensación de que algo no andaba bien con este muchacho. El otro no volvió la cara para ver quien había llegado, ni siquiera se movió. Estaba parado frente a la ventana, con la mirada perdida en el horizonte. Me sentía totalmente vulnerable ante la presencia de estos extraños. Solo fui capaz de dar unos pocos pasos, con la mirada gacha, hacia el puesto más próximo y me senté. Brittany había enmudecido también, solo me siguió y se sentó a mi lado. Al cabo de un largo minuto de silencio consiguió decir en un leve susurro -Creo que son ellos-. Solo asentí. El salón se hallaba desierto, salvo esos dos desconocidos, mi compañera de mesa y yo.
Nadie más habló. Ni ellos, ni nosotras. No tuve valor para articular palabra; me sentía perturbada. La mirada burlona de ese chico me había puesto nerviosa y ansiosa a la vez. Había una extraña sensación recorriendo mi cuerpo que nunca antes había experimentado; no sabía cómo describirlo. Apenas habíamos entrado a ese salón y ya quería marcharme de allí. Me quedé muy quieta en mi lugar con la mirada clavada en mis zapatos. No podía levantarla, no podía atreverme a mirarlo nuevamente. No, no podía.
Sentí un poco de alivio cuando la puerta se abrió de nuevo y empezaron a entrar los demás. El silencio se fue rompiendo lentamente hasta que se había convertido en un hervidero de cotilleos. Nadie pareció darle demasiada importancia a la presencia de esos dos seres cuando entraron al salón, solo yo parecía sentirme de esa manera como me estaba sintiendo. Nerviosa, ansiosa; pero sobre todo, podía sentir el miedo crecer dentro de mí y aún no entendía el por qué.
Empecé a fijarme en el rostro de mis compañeros de clase, todos se distribuían en pequeños grupos que seguían parloteando. Los chicos no prestaban atención a nada en particular; pero las chicas no dejaban de mirar a los extraños, cuchicheando y lanzando risitas nerviosas, aunque ellos no parecieron fijarse en aquella situación. Busqué a mi mejor amiga con la mirada, no me había percatado que se había marchado de mi lado y se encontraba en una esquina del fondo charlando reservadamente con Ashley Allen y Priscilla Woods, dos muchachas del equipo de porrismo con quien solíamos salir. No las consideraba mis mejores amigas, pero sí lo eran de Brit; y pues para ser sincera, la verdad es que la pasábamos realmente bien con estas chicas, eran personas agradables.
Sentí curiosidad sobre su conversación. Las veía lanzar tímidas y disimuladas miradas en dirección a donde estaban los chicos nuevos mientras conversaban, pero no me moví de mi puesto. También me mataba la curiosidad por saber qué hacía este par. No quería mirar, de verdad, pero no podía seguir conteniendo las ganas de hacerlo. Levanté la mirada hacia ellos. Me percaté de que no se habían movido ni una pulgada. El chico de la mirada burlona, el rubio, seguía sentado de manera despreocupada encima del escritorio de la Sra. Chambers, solo que esta vez que lo vi, él no me devolvió la mirada. El otro seguía pegado en la ventana, de donde no conseguía ver siquiera su reflejo. Lo único que pude distinguir de él fue su parte posterior. Su cabello era oscuro, negro como la noche; era alto y su espalda se veía definida, marcada en ese jersey azul marino. No era fornido, o de apariencia atlética como Matt, pero no por menos su porte dejaba de ser elegante, esbelto; si, esa era la palabra correcta. La verdad es que para solo haberlo visto de espaldas, se veía realmente bien dentro de ese uniforme escolar.
Alguien abrió la puerta de un tirón; era la Sra. Chambers, nuestra profesora de Biología. Me asusté tanto que casi me caigo de mi asiento. Había estado sumergida en mis propios pensamientos y acababa de salir del trance de mirar a los chicos nuevos.
Brittany regresó a sentarse a mi lado, parecía más tranquila a como había estado hace un rato allá afuera. Todos los demás la imitaron y fueron a acomodarse en sus lugares. El salón volvía a quedar en absoluto silencio. Volví a mirar al frente y la señora Chambers se hallaba parada en el medio del salón. Finalmente el chico rubio se había levantado del escritorio y ambos chicos se encontraban parados uno al lado del otro de frente a la clase. Ahora que por fin los veía a ambos de frente, no me quedaban dudas. ¿Estaba yo muerta, o los ángeles estaban bajando desde el cielo?
La Sra. Chambers se aclaró la garganta antes de hablar. Era un poco regordeta y a veces resultaba ser bastante molesta y muy quisquillosa; ya la conocíamos del curso anterior y había sido una verdadera pesadilla. En ese momento creo que todos en el salón quedamos boquiabiertos cuando la oímos hablar. – ¡Buenos días jóvenes! Si son tan amables de brindarme un poco de su atención.-dijo dirigiéndose a todos en tono amable, algo demasiado raro en ella debo admitir- Me complace presentarles el día de hoy a estos dos nuevos alumnos. Ellos son de Rusia-continuó-pero han vivido los últimos tres años en Londres, así que hablan un perfecto inglés. Ahora han decidido estar en Virginia por un tiempo indefinido; solo espero que se comporten amistosamente, ya que serán sus compañeros de clases, y colaboren con ellos en lo que necesiten. Chicos-continuó diciendo, esta vez dirigiéndose a los dos muchachos nuevos- pueden presentarse al resto de la clase, solo con decir sus nombres bastará, no quiero que se sientan intimidados-. La Sra. Chambers les dedicó una tímida sonrisa, como si estuviera abochornada o de alguna manera dominada por sus obvios encantos.
El chico rubio habló primero. –Hola- saludó de manera muy espontánea-mi nombre es Nikolái Kozlov, y nací en Rusia, al igual que mi primo; -“así que son primos” pensé- pero por motivos personales hemos estado viajando por varios países de Europa, Asia y África durante muchos años.-Hablaba de manera fluida y muy natural, la verdad es que no se sentía nada incomodo; seguía poniéndome de los nervios este chico, aunque tenia una voz increíblemente seductora-. Hasta hace poco estuvimos viviendo en Londres y ahora, afortunadamente, tuvimos que venir a América. Solo esperamos poder encajar un poco en este lugar-finalizó con una amplia y perfecta sonrisa-.
-Gracias Nikolái- dijo la Sra. C un poco impresionada por sus palabras, pero aún más de que el chico hubiese hablado más de lo que ella misma esperaba- ¿Y tú cariño; te llamas…?- le preguntó a su primo.
-Alexandr Ivanov-. Se limitó a decir y eso fue todo lo que dijo. Era igualmente hermoso; parecido más a una escultura de Miguel Ángel que a una persona de carne y hueso. Su mirada era fría, como hielo congelado a unos cuarenta grados bajo cero. Sus rasgos hermosos se veían empañados por una soberbia que no entendía, y a leguas se notaba que él no quería estar ahí. Se veía incomodo, indispuesto. Al verlos así de esa manera, uno al lado del otro, podía darme cuenta de que eran tan distintos el uno del otro. A pesar de su apariencia hostil, Alexandr no me inspiraba el menor temor; a diferencia de Nikolái que parecía ser mi mayor verdugo. Me pregunté a mi misma si Alexandr era más tímido que su primo, pero ese no perecía ser el problema. Tenía la voz igualmente seductora, como Nikolái, pero su tono era un poco más grave, como si estuviera herido en el alma. Continuaba con la mirada perdida, como si alguna clase de demonio interno lo estuviera torturando. Sentí compasión por él.
Alguien que estaba sentado en los puestos de atrás, en mi misma fila, me trajo de vuelta a la realidad. Le estaba dando muchas vueltas a mi cabeza en solo unos minutos que llevábamos en el salón de clases. ¿Qué me estaba pasando?
La chica preguntó repentinamente-¿Por qué actúan como nómadas? Digo, no es que no sea grandioso conocer otras ciudades, otras culturas pero… ¿A veces no extrañan el lugar de donde vienen, no les molesta volver a comenzar de nuevo toda su vida?-Miré fijamente a ambos chicos, expectante a lo que alguno de los dos pudiera decir. Mi fijé en que Alexandr parecía ahora más triste y perdido que antes y un remolino de pensamientos se vino a mi mente nuevamente y las preguntas comenzaron a formularse por sí solas. ¿A este chico de verdad le afectaba ese modo de vida? ¿Extrañaría de verdad sus raíces o había alguien implicado en todo esto? ¿Habría dejado Alexander Ivanov a alguna chica, a alguien especial, por la obligación de tener que seguir a su familia a donde quiera que ellos fueran? Me quedé rígida en mi asiento, hecha una estatua, cuando él me miró por un segundo como si supiera a que me refería, como si supiera todas las cosas que se estaban formando en mi cabeza. Esta vez de verdad vi la agonía en sus ojos; pero él desvió la mirada rápidamente, y por segundos sentí como me faltaba el aire. La sensación fue como cuando te cachan haciendo algo que los demás no deberían ver. ¡Muy vergonzoso!
La Sra. Chambers quiso reprender a la chica -había sido Gloria Reynolds quien había preguntado. ¡Qué curioso!, esa chica nunca solía interesarse mucho por nada- pero Nikolái la interrumpió con un gesto de mano y a continuación dijo: -No me molesta en absoluto que lo pregunte Sra. Chambers, es más, no veo por qué no contestar-dijo en tono despreocupado-. La verdad es que la hermana de Alexandr, Inessa, trabaja como modelo de publicidad así que siempre tenemos que estar cambiando de residencia a disposición de su trabajo-“Así que ese es el nombre de la chica que tiene a Brittany tan molesta, la hermana de Alexandr…” pensé-. En cuanto a lo otro, pues si, extrañamos el lugar de dónde venimos, pero también resulta bastante interesante conocer sitios nuevos, sobre todo la gente.-pude ver un brillo especial en sus ojos cuando pronunció la última palabra. Él continuó –Todo tiene su... atractivo. Espero que eso haya despejado tus dudas linda-. Dijo refiriéndose a Gloria.
-Gracias Sr. Kozlov-dijo la Sra. Chambers dedicándole una risueña sonrisa, y a continuación sus palabras sonaron más duras cuando le lanzó indirectamente la frase a Gloria-pero no era realmente necesario que lo hiciera, aunque si usted lo creyó conveniente, lo respeto-. Dicho esto, los mandó a ambos a sentarse en sus puestos.
Se ubicaron hacia el final del salón, los dos en una mesa, junto a Ash y Priscilla. Aunque según la profesora, solo se sentarían juntos por esta vez. Dijo algo sobre asignarles otros compañeros de práctica para que socializaran, se integraran y les enseñaran las reglas y costumbres del instituto. No supe por qué sentí que un peso enorme abandonaba mi cuerpo en ese momento. Ellos estaban bien lejos de mí, y fuera del alcance de mi vista. Eran probablemente los chicos más atractivos y misteriosos que hubiera visto en toda mi vida. Decir guapos era quedarse corto. Blancos, tan blancos como yo, parecían unos muñecos Ken de porcelana. Y eran como el día y la noche. Nikolái era hermoso, rubio, que parecía un modelo de revista; alto, no tan fornido, tenía los ojos verde oliva, muy llamativos. Su cara y su mandíbula perfectamente cuadradas, de andar muy elegante, como si caminara en el aire, con aires de gran señor. Se veía que era arrogante, independiente, sin temerle a nada ni a nadie. Alexandr era el polo opuesto, Era alto como había dicho sí, tenía el cabello color azabache, y aunque era increíblemente bello y atractivo, tenía la expresión más seria que hubiese visto en mi vida en un joven de su edad. Los ojos también eran verdes, pero un verde azulado, igual a los míos -“muy interesante” pensé- y sus rasgos eran finos, perfilados. Pero de caminar desgarbado y lucir como perdido, muy inseguro de sí mismo. Volví a sentir compasión por él al acordarme de su expresión. No comprendí la manera en cómo me conmovió tanto este completo desconocido, solo sabía que el sentimiento estaba ahí, presente dentro de mí.
Vaya que yo había salido con chicos lindos cuando tenía trece o catorce años y aún vivía en Los Ángeles, aunque solo habían sido salidas inocentes de niños, nada de otro mundo, nunca una verdadera cita. Pero la realidad es que, durante los dos años que tenia viviendo en Richmond, la capital del estado de Virginia, no me había llamado la atención ningún chico; no había tenido novio aún. No es que no hubiera chicos atractivos por aquí; solo que la mayoría de los chicos de mí edad me resultaban poco interesantes, muy inmaduros o no compartíamos suficientes cosas en común, y, hablando sinceramente yo tampoco era alguien fácil de llevar. A lo mejor era yo quien estaba creciendo aceleradamente, pero no de tal forma como sentirme preparada para salir con un muchacho adulto, alguien que tuviera exigencias de otro tipo. La verdad más absoluta es que estos dos chicos eran realmente atractivos, de una belleza casi perturbadora.
La clase fue bastante aburrida, sin nada especial, ya que era la primera clase del año y la Señora Chambers aún estaba preparando el programa de actividades para el nuevo curso. Brit solo se dirigió a mí en una ocasión para decirme que luego me contaría más detalles, pero no le presté mucha atención, quizás más tarde lo haría.
En lo que sonó el timbre de salida no me fui a la primera. Es más fui una de las ultimas en salir, salí inclusive mucho después que ellos y creo que Nikolái, al pasar a mi lado, me dedicó una sonrisa burlona; pero creo que solo fue producto de mi imaginación. Brittany se había ido con Ashley y Priscilla, iban a reunirse con el resto de las chicas del equipo de porrismo para concretar algunos detalles de este nuevo curso escolar. Si, definitivamente fui la última en salir.
A estas alturas, ya me sentía mejor. No estaba ante la presencia de los misteriosos chicos que me perturbaban y mis pensamientos ahora eran neutros. Abandoné el salón de Biología y me dirigí rápidamente al tablón de anuncios a apuntarme en el curso de teatro. Vi que había también una listilla para audiciones en el tablón dirigida a los nuevos alumnos que quisieran apuntarse en esta clase, pero la lista aún estaba vacía. “Aún nadie nuevo” pensé. Aunque eso ya lo veríamos, pues una nota anunciaba que las audiciones no serían sino hasta dentro de dos semanas. Escribí mi nombre en el listado donde se apuntaban los alumnos regulares de este curso con una clara y legible letra mayúscula: GEORGINA REGIS. Seguíamos siendo los mismos quince alumnos de la temporada pasada; por lo visto, nadie se había retirado, y yo había sido la última en apuntarme.
El resto del día continuó sin novedades, aunque ahora que lo pensaba con mente fría, no habíamos sabido nada de ella. ¿Inessa, se llamaba? Si, ese era su nombre; la hermana de Alexandr. ¿Cómo sería ella? Si estos chicos parecían ángeles, ella sería como una especie de diosa griega. Ya creía yo que era una diosa; siendo modelo de publicidad y teniendo un hermano tan magníficamente bello. Las preguntas resurgieron en mi cabeza en un dos por tres. ¿Qué curso iba a estudiar Inessa, décimo, igual que nosotros? Y si era así, ¿Por qué no había venido ella hoy al instituto? Yo no la había visto por lo menos.
No volví a ver a los chicos rusos en lo que restó de día, aunque si escuché a muchos hablar sobre ellos. Entré a mis clases restantes sin Brit; ya no veía más clases con ella tampoco por hoy, así que todo fue más aburrido. Decidí irme a casa apenas terminaron las actividades escolares, sin esperar nada más del día. Aunque todavía me sentía un poco ansiosa, no quise quedarme a averiguar a qué se debía esa ansiedad ni como podía controlarla. Solo pensaba en llegar a casa y reflexionar sobre lo que había pasado hoy en el instituto, sobre cómo me había sentido con esos chicos. Me había sentido perturbada y con miedo por uno; y había sentido compasión y tristeza por el otro. Eché a andar hacia la parada de buses. Lo demás que quisiera saber sobre los misteriosos primos rusos tendría que esperar a más tarde, cuando pudiera hablar nuevamente con Brittany y saber que más había averiguado.
31 mayo 2009
0.Prefacio
Solo recuerdo de ese remoto momento, aquellos ojos malévolos centelleando sobre los míos como brasas al rojo vivo, con una sed incontenible… Insaciable. Me miraba curiosa y divertida, ¿Se reía de mí? ¿Se burlaba?
¿Qué extraña criatura podría ser aquel monstruo?, los pensamientos volvían a mí con el último aliento de vida. ¿Qué clase de ser despiadado, desalmado, podía reírse estruendosamente con aquella escena de horror; donde mi sangre seguía escurriéndose en la nieve? Desde mi perspectiva podía ver el rastro escarlata a cientos de kilómetros. Sabía que no era cierto; pero estaba tan débil y mi vista empezaba a traicionarme, que ya no podía distinguir entre mis delirios y la realidad que me golpeaba con fuerza en la carótida.
Estaba segura de algo; ese espectro no iba a liberarme de la jaula magistralmente interpuesta con la fuerza de su ser. Tenía sed y yo, oportunamente, era su mejor cosecha. Sentí un último escalofrío sacudir mi cuerpo y una gélida brisa invernal azotó con fuerza mi rostro antes de sentir como mis párpados caían pesadamente y ya no supe mas de mí.
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29 mayo 2009
Bienvenidos lectores!!
Hola queridos(as) amantes de la lectura, mi nombre es Johaxy, aunque mejor llamenme Joha; y estoy recién iniciada en el mundo Blogger. Soy una soñadora empedernida, creyente en el amor eterno e infinito y amante del mundo de la fantasía(a veces necesito desconectarme de la realidad), y como soñar nada nos cuesta.. En fin, quiero decirles a todos los que pasen por aquí, que espero disfruten mucho esta historia de mi autoría, dirigida a un público joven adulto(YA) en adelante. En un principio lo escribí para mí misma, pero que creo ya llegó la hora de ser compartida.
Espero que dejen sus opiniones, sugerencias, colaboraciones, lo que ustedes quieran.. Y con todo mi corazón espero que les guste tanto como me gusta a mí y la disfruten. Siempre van a tenerme por aquí, su amiga incondicional... Atte. Joha
P.D: Nuestra vida a veces no es como quisiéramos que fuera en la realidad, pero nada es perfecto, por mucho que lo parezca... Por eso les digo: Nunca dejen de soñar! Y recuerden que: "No todo se trata de historias cuerdas, se trata de una clase de amor que no encuentras ni queriendo ni buscando, pero aún puedes soñar con ese amor perfecto".
Espero que dejen sus opiniones, sugerencias, colaboraciones, lo que ustedes quieran.. Y con todo mi corazón espero que les guste tanto como me gusta a mí y la disfruten. Siempre van a tenerme por aquí, su amiga incondicional... Atte. Joha
P.D: Nuestra vida a veces no es como quisiéramos que fuera en la realidad, pero nada es perfecto, por mucho que lo parezca... Por eso les digo: Nunca dejen de soñar! Y recuerden que: "No todo se trata de historias cuerdas, se trata de una clase de amor que no encuentras ni queriendo ni buscando, pero aún puedes soñar con ese amor perfecto".
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